El cine de Europa del Este tiene un difícil recorrido por nuestras fronteras, es por eso que nos gusta aprovechar los festivales internacionales para poder descubrir nuevos títulos que con casi toda seguridad, no serán estrenadas en España. Es el caso de By The Rails, el nuevo trabajo de Catalin Mitulescu, director Rumano que ganó la palma de oro al mejor cortometraje de Cannes 2004, y que desde entonces ha presentado varios títulos en el festival galo. De nuevo, fue en Karlovy Vary dónde pudimos disfrutar de este film y os lo contamos.
By The Rails comienza con un matrimonio separado. Ella observa como duerme su hijo pequeño mientras suena un teléfono al que se niega contestar. Al otro lado de la linea está su marido desde Italia, que cómo tantos emigrantes, trabaja de camarero en una zona turística de la costa italiana. Extrañado por el distanciamiento de su mujer, el hombre decidirá cogerse unos días para volver a casa. Cuando llega se encuentra a su mujer vestida de fiesta y con una actitud juguetona pero a la vez esquiva y distante, alegando que debido a su ausencia ahora tiene un amante. A partir de ese momento el film se centrará en el transcurso de una noche dónde la pareja se irá alejando y acercando cómo dos vías de tren paralelas que se cruzan en momentos puntuales. Pero todo lo destacable que podía tener el film de Catalin Mitulescu se va a pique cuando la pareja acaba en una boda repleta de escenas absurdas y disparatadas, excesivamente folkloricas y con un humor que rompe el tono del resto del film. Pero lejos de ser una caída puntual, By the Rails se queda completamente atascada en dicha boda, otorgándole un metraje abusivo que aleja al espectador de las primeras intenciones del film y le somete a la incredulidad y el aburrimiento. Cuando el film busca reencontrarse consigo mismo con la llegada del nuevo sol que trae el amanecer de nuevos sentimientos, resulta demasiado tarde para encontrar un final que nos rescate de la terrible borrachera. By the Rails fue para nosotros, una injusta ganadora del premio a la mención especial del jurado del KVIFF, ya que las buenas intenciones del film se pierden en un torpe desarrollo. Pero ya se sabe que en los festivales casi nunca sale ganadora la mejor película proyectada.