Dentro del Festival de cine fantástico y de terror de Sitges ya pudimos ver hace unos años Oculus: El espejo del mal, que nos sorprendió dando una nueva visión al cine de espíritus y espejos encantados, y ahora su director nos presenta una segunda cinta basada en dos dramas familiares y varios temores infantiles. La historia cuenta cómo superan un matrimonio la muerte de su hijo y la adopción de Cody, un joven que ha pasado de una casa a otra sin motivos aparentes. Los secretos de los servicios sociales y el pasado del joven marcarán a Jess (madre adoptiva) que decide investigar por su cuenta y encontrar a la verdadera madre de Cody.
Flanagan da un giro dentro de su estilo marcado por Oculus y nos adentra en una película más dramática, próxima al telefilm en su inicio pero que da un giro en cuanto se centra en la oscuridad y sus fantasmas. Tanto Kate Bosworth (Jess) como Thomas Jane (Marc), los padres adoptivos, encarnan unos personajes que tienen poco trasfondo, lo único que sabemos es cómo han perdido a un hijo y nada más. Esto es lo esencial para la película porque es el desencadenante para que busquen adoptar y sean considerados aptos para ello. Y luego está Jacob Tremblay como Cody, un niño que tiene pesadillas, que ha vivido con varias familias y a todas ellas les han acabado pasando extraños sucesos.
La película se encasilla en el drama fácil durante la primera parte introductoria para presentarnos los personajes y que nos caigan bien. Los efectos de CGI para recrear algunas de los sueños del chico son extremadamente llamativos y contribuyen a endulzar la historia, lo cuál se hace un tanto pesado de digerir. Pero a medida que llegan las pesadillas y empieza a aparecer el monstruo, los efectos mejoran y entramos de lleno en el terror típico de sustos y sombras. La investigación y el desarrollo de la narrativa se hace un tanto larga hasta que llega a lo interesante, se entretiene en querer ser tierna para luego dejarnos pasmados con los oscuros sueños de Cody pero, sin duda, la parte final de la película es lo que hace que toda la espera haya merecido la pena. La ternura y a la vez crudeza que se descubre sobre la identidad y la salud de la madre biológica del niño llega a un punto tan alto que nos revuelve el estómago y nos hace ser participes de un relato por el que los niños no deberían pasar. En ese mensaje, en ese secreto oculto detrás del por qué se dio en adopción está la auténtica esencia del film.
Lo que más nos ha encandilado de la película ha sido la extracción de ideas que se hace al salir de la proyección y ser consciente de lo que acabamos de ver: El poder de la imaginación de los niños y lo lejos que pueden llegar encuentra en Somnia. Dentro de tus sueños un nuevo sentido que aporta el pesimismo y autenticidad a una situación que sin duda muchos niños han vivido y no han entendido. Flanagan a buscado plasmar en un ente «real» los temores infantiles, dudas y traumas. Y lo ha bordado. Os recomendamos verla y que esperéis y le deis tiempo al metraje de llegar a lo que quiere contar porque terminará tocándoos la fibra.