Hace unos días Igualada (Barcelona) cerró la 15ª edición del Zoom Festival para formatos televisivos y nos dejó con un palmarés poco repartido entre los ocho telefilmes de la sección oficial. Vida privada, basada en la novela de Josep Maria de Sagarra, se llevó el premio a la mejor dirección para Sílvia Munt y a la mejor interpretación por el protagonista Pablo Derqui. El galardón a mejor guión se lo llevó In arte Nino, inspirada en el actor italiano Nino Manfredi, y la mejor película fue la miniserie Charité, que nos explica la dura realidad del centro médico Berlin Charité en el año 1888. De la ley a la ley, El nom, Memo, Wunschkinder y Els fills del Sol eran los otros films de la sección oficial, y se fueron con las manos vacías. Pero vamos a centrarnos en las producciones catalanas que desfilaron por el festival, que fueron El nom, dirigida y protagonizada por Joel Joan, la doblemente galardonada Vida privada y Els fills del Sol, una coproducción gallego-catalana dirigida por Ramon Costafreda y Kiko Ruiz Claverol.
El nom
Le Prénom, de Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patillère, es la obra de teatro francesa que Joel Joan y el resto del elenco ya protagonizaron en los escenarios catalanes y que ahora han decidido llevar a la pantalla. Vicenç, interpretado por Joel Joan, está a punto de ser padre, y en una cena informal en casa de su hermana y su cuñado, mientras esperan que llegue la madre de la criatura, les confiesa cual será el nombre del niño. Este pequeño detalle caerá como una bomba en medio de una velada que empezó con humor y buen rollo. Con esta sencilla premisa los creadores de la obra de teatro construyen un relato ágil que, entre risas y sustos, deja sin aliento al espectador, que es testigo de con qué facilidad nos podemos acabar tirando los trapos sucios por encima casi sin darnos cuenta.
El guión de El nom es tan teatral que tienes la sensación de estar viendo la obra de teatro grabada en forma de película, y no una película en sí. Los personajes, muy prototipos, son arrolladores y un tanto histriónicos, cosa innecesaria si se piensa en que estamos en un formato televisivo y no teatral. Joel Joan puede llamarse Vicenç, David Güell (Plats Bruts) o Pere Brunet (Porca Misèria), pero su enorme carisma hace que siempre veas al mismo Joel Joan (como queda bien claro en su última serie autoparódica El crack). Aun así, su interpretación en El nom te saca unas buenas risas cuando toca, y tambien bajar el tono de golpe cuando la situación se le escapa de las manos. Cabe destacar el monólogo final de Isabel, interpretada por Sandra Monclús: cuando una mujer, madre y ama de casa estalla, que no te pille cerca. Bravo.
Els fills del Sol
Basada en hechos reales, allá por los años 30, Els fills del Sol nos cuenta la historia de Ferran Calvet (interpretado por Pablo Derqui), un científico catalán que, además, fue docente, investigador, naturista y catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Santiago de Compostela. Sus métodos eran muy innovadores y esto encandilaba a sus alumnos a la par que despertaba recelos entre los estamentos más conservadores. Con el estallido de la Guerra Civil tuvo que exiliarse, y cuando decide volver a Galicia, el régimen franquista ya lo había apartado de la docencia. En esta época un empresario gallego crea los laboratorios Zeltia, un grupo de empresas quimicofarmacéuticas y de biotecnología, y Ferran Calvet entra a trabajar en ellos para sobrevivir, aunque tenga que trabajar para el régimen que lo echó de la Universidad.
Se han hecho cientos de películas sobre la Guerra Civil, pero no muchas se centran en el drama de cómo se trataba el talento durante el conflicto bélico y la oscuridad que la contienda arrojó sobre el avance científico. Este film concretamente te hace pensar en cómo es posible que un científico tan excelente como Ferran Calvet sea tan poco conocido a nivel nacional, y te hace reflexionar (más todavía) de hasta dónde llegaron los tentáculos de la Guerra Civil. Otro tema que trata Els fills del Sol es el de las mujeres científicas que querían estudiar a despecho de sus familias, que las querían encerradas en casa haciendo labores y cuidando de los niños. Roser Tàpias interpreta a Carmela, una alumna aventajada de Ferran Calvet que sufre la feroz represión del franquismo con las mujeres hasta niveles insospechados. Una película interesante sobre todo desde el punto de vista histórico, pero también cultural y lingüístico ya que está rodada en gallego, cosa que la enriquece y la confiere verosimilitud.
Vida privada
La sala de cine estaba tan llena que había gente sentada en las escaleras; tal era la expectativa para ver la adaptación a la gran pantalla de una de las novelas más increíbles de la literatura catalana, escrita por Josep Maria de Sagarra y publicada en el 1932. El autor catalán, conocedor de primera mano de la época en que vivía, retrata las sombras de una sociedad barcelonesa en pleno cambio que cabalga entre la decadencia de la vieja burguesía que sólo quiere aparentar, lucir y poseer, y la modernidad arrolladora que se le echa encima. La actriz y directora Sílvia Munt coge la esencia de la novela y sus personajes y la traslada con maestría al cine para ofrecernos una pequeña joya del cine catalán. Entiende perfectamente los recovecos del alma femenina y nos los muestra con diferentes tipos de mujeres de la Barcelona de la época, desde la marquesa que quiere experimentar nuevas sensaciones, pasando por la prostituta que se apodera de su propia vida para salir adelante como sea y la joven que quiere descubrir el mundo y la modernidad quizás demasiado rápido. Vida privada es, por este lado, un excelente análisis de la psique femenina.
Por el otro lado, el protagonista masculino del film es Ferran de Lloberola (interpretado de nuevo por Pablo Derqui; ¡está on fire!), que es el hijo pequeño de una familia burguesa en plena decadencia. Para no ahogarse en la espiral de miseria que acecha a su padre y a su hermano mayor, se busca la vida vendiendo su cuerpo por dinero y chantajeando ricos para su propio beneficio. Le da igual ser un mantenido, solo quiere dejarse llevar y vivir bien a costa de quien sea. Derqui, con su aire pícaro, crápula y chulesco, da vida a un personaje delicioso que bien mereció el premio a mejor interpretación.
PS: aunque la película es excelente, no dejéis de leer la novela, su lenguaje es exquisito.