A pesar de despertarse Sitges con un día de ambientación puramente terrorífica, con rayos, truenos y lluvia constante la jornada terminó siendo brillante y luminoso continuando además con el buen ritmo de títulos destacables que ya vimos en la jornada de ayer. Además se presentaron varias películas que aspiran a premios de Sitges 2014 como I Origins (o Orígenes) y The Guest. También tuvimos tiempo para deleitarnos con la comedia terrorífica de Houseboud, internarnos en la oscuridad de Home y perdernos con The Midnight After.
Empezamos el día en el auditori con una película que entra de lleno en la delgada línia que separa la ciéncia de la religión. En I Origins, Mark Cahill nos presenta a un joven obsesionado por el iris como elemento del cuerpo humano imposible de ser imitado y en el que cada persona tiene uno distinto. Ian conoce a una chica que lo único que retendrá será una foto de sus ojos. Eso le captiva de tal forma que la buscará. Entre ellos dos crece una historia de amor entre físicos, ya que no muestran manera de ser que coincidan. Todo cambia cuando una tarde la lleva al laboratorio porque Karen ha encontrado por fin una especie que andaban buscando para poder otorgar la vista a un animal que no la tenga. Al llegar a casa, se quedan atrapados en el ascensor y empieza el camino que les llevará a los Orígenes. Con un principio bastante lento, nos vamos adentrando en este drama amoroso que abre numerosos caminos pero que luego solo seguirá uno. El amor es la base de la historia: Sofi e Ian, pero a raíz del iris de ella y una foto se abre el camino que marcará la segunda parte de la película, un debate entre la ciéncia del ojo y la imposibilidad de encontrar otro iris igual y todo lo que ello significa. Durante toda la película está muy presente el elemento religioso, como es la unión entre el alma humana y el cuerpo, de forma que plantea mediante el iris que comparten una niña india y Sofi algo que científicamente es imposible: que existan dos personas con un mismo iris y que ello afecte a su comportamiento y forma de ser. Destacamos de la película dos escenas increíblemente brutales que tienen un elemento en común: el ascensor. Y es que se puede ser macabro y tierno mediante el recuerdo de un suceso que llega a traumatizare al alma.
Internarse en The Guest es emprender un viaje de regreso al cine acción que poblaban los videoclubs de los años 80. Un viaje de regreso a los antiheroes militares manipulados genéticamente para convertirse en maquinas de matar, a las heroinas adolescentes que trabajan de media jornada y tienen problemas con su novio, a los chicos acosados por matones que necesitan urgentemente un hermano mayor, y sobre todo, a la música de sintetizadores y la acción sin pudor. The Guest es un homenaje directo a todo ese cine que pobló nuestra infancia con mucha mala baba y poca vergüenza, pero llegando a ser un digno heredero de aquel género. El argumento sirve como excusa para mezclar tan disfrutable homenaje: David es un exsoldado que visita a la familia de un fallecido compañero buscando ayudarles en su día a día. Pronto se convertirá en un imprescindible en la familia pero la hija adolescente de esta comenzará a descubrir que David no es la persona agradable que aparenta ser. Todas las dudas previas que pueda ofrecer Dan Stevens como protagonista de esta cinta quedan resueltan a escasos minutos del film cuando hace gala de su personalidad tan amable como brutal, autoparodiandose constantemente a si mismo y a su personaje. Pero los verdaderos culpables de esta gran cinta que levantó los aplausos de todo el público de Sitges son el tandem Adam Wingard-Simon Barrett, director y guionista respectivamente de The Guest. Una colaboración ya habitual que nos ha regalado autenticas obras de género como Tu eres el siguiente, o varios fragmentos de VHS 1 y 2 o The ABC of Death. El film suena fuerte para un premio del público de Sitges, pero aun tenemos mucho festival por delante.
El cine asiático siempre tiene una fuerte presencia en Sitges y este año aun no habíamos catado ninguna película oriental por lo que decidimos acudir al pase de The Midnight After del director Fuit Chan. Una decisión que lamentaríamos después de 120 minutos que no conducen a nada. El film comienza con un ritmo acelerado propio de Hong Kong con la presentación de todos los personajes mientras estos entran en un microbús. Tras unos frenéticos títulos de crédito el film comienza vemos como tras salir en un túnel de la autopista el resto de la humanidad ha desaparecido: No hay nadie en la autopista, no hay nadie en las calles y hogares. Incapaces de comunicarse con sus seres queridos, los pasajeros llegan a la última parada y deciden agruparse tras comprobar individualmente primero que no hay rastro del resto de la humanidad. Pronto un virus irá extendiéndose entre ellos y algunos irán muriendo. Los misterios aumentarán pero no el interés ni las posibilidades de dar solución a cada vez más compleja trama. Fuit Chan se lía el mismo en una complicada trama que no es capaz de dar explicación ni tan siquiera cierre, teniendo que recurrir finalmente al humor para mantener el ritmo, pero también le pasa factura y el exceso de humor hace que los debates sobre la justicia en una nueva civilización sean ineficientes. Suerte de la banda sonora y el momento David Bowie que brilla como pieza sola independiente, aunque también en su desenlace se termina abusando del leitmotiv musical para última desesperación del espectador.
Llegados a la noche decidimos buscar un poco de cine de terror, un género siempre muy cuidado en Sitges. Home, dirigido por Nicholas McCarthy cuenta la historia de tres mujeres que ven sus vidas influenciadas por el contacto con un demonio. La primera de ellas es engañada por su novio para hacer un trato de 500 dólares para vender su alma sin saberlo. Tras ser violada y quedar embarazada por el espectro, la joven decide ahorcarse para no dar a luz al hijo. El demonio usará el cuerpo de la joven para llegar a contactar con una joven encargada de vender la casa dónde ocurrió el suicidio, y a través del asesinato de esta nueva joven, poder llegar hasta su nuevo anfitrión para su retoño: una joven artista con tendencia a lo oscuro. Home posee momentos bastante oscuros, bien realizados y no esta exenta de sustos, pero su falta de originalidad en el guión y su repetitiva trama que recae una y otra vez en las mismas secuencias de terror terminan siendo un suplicio para el espectador. McCarthy se esfuerza más en crear una atmósfera sobrecogedora que en intentar mantener el interés por su obra.
Para terminar el día nos vimos Housebound, una película de lo más gore llegada desde Nueva Zelanda donde nada es lo que parece. Kylie cumple 8 meses de arresto en casa de su madre por un robo. La historia empieza cuando en la casa de su madre empiezan a experimentar sucesos sin explicación, pues la madre está convencida que hay fantasmas y la hija no perderá la oportunidad para intentar negarlo. Sin duda la película es una comedia repleta de secuencias de lo más gore e idas de olla, porque gracias al contraste entre personalidades como son las dos protagonistas se viven situaciones de lo más cómicas. Además no nos podemos perder el humor neozelandés que podemos caracterizar por ser directo, rápido y seco, sin tapujos. La película pasa por varias fases que, siendo el espectador, nos pueden llevar por varios caminos: al principio el misterio y el suspense llena todas las acciones de la película, haciendo que sintamos que es una verdadera película de terror. Después de esta etapa repleta de fantasmas, ruidos y sucesos paranormales, tenemos una fase de explicación del pasado bastante aburrida por la línea que llevaba la película. Y por último el final, EL FINAL, que se lleva toda la atención sin duda porque saca lo mejor de sí y nos deleita con un serie de sucesos gore y desternillantes que llenó la sala hasta el final. La particular historia del fantasma de la casa y el chico misterioso del que no sabemos nada consigue llegarnos al corazón cuando enseña sus dibujos de Kylie de joven. Ah, y toda la locura relativa al psicólogo hace que todo vaya a más y más. Sin duda ha sido una muy buena sesión nocturna con la que irnos a la cama y es que esto de ver tantos intentos de lesiones físicas que hasta se llegue a utilizar un rallador de queso…nos llega al corazón. Recomendada para a los que os aburran las películas sobre fantasmas y busquéis algo sin límites de asquerosidad y tontería.