Después del día de ayer, entre lo que nos terminó pareciendo una mezcla de «puro sitges» con unas películas bastante gores, también estaban las que «estuvo bien ver, pero…¿Qué hacían en Sitges?». Así que, para el día de hoy, las expectativas las dividimos por películas, esperando mucho de algunas y que otras nos sorprendieran. El caso es que fue así. Volvemos a tener películas que sobran, pero que no estuvo mal ver, como Macbeth, y otras que eran un must en la programación, como Cop Car o The final girls. Sin más, os dejamos con nuestras crónicas:
Green room
Llegados al ecuador del festival, tomamos este día con muchas ganas y sobre todo por empezar con una de las que se presentan como una joya del festival, después de pasar por Toronto y tener buenas críticas. Jeremy Saulnier firma su tercera película con una historia de sueños truncados y neo-nazis que nos heló a tempranas horas de la mañana con su potente presencia. Cuenta la historia de un grupo de punk formado por adolescentes que buscan la manera de ganarse un poco la vida y por ello se dejan llevar para tocar en un local donde les pagarán por una actuación. El local resulta ser un sitio frecuentado por skinheads y regentado por Patrick Stewart, el boss, el que les domina a todos. La historia trata de como un grupo de jóvenes están en mal lugar en un mal momento, justo después de tocar provocando al público del concierto se encuentran en el backstage con un asesinato brutal. Todo empieza ahí en verdad, porque a raíz de este camino que se abre descubrirán los trapicheos de un grupo organizado de neo nazis que ni se imaginan de lo que son capaces. La realización es muy eficiente en cuanto al trato de un tema tan especial. La focalización en los chicos es muy interesante para ver qué piensan, qué sienten en realidad ellos que dan una imagen que luego no es en realidad ajustada a lo que interiormente les llena. La sangre fría, la crueldad y la manipulación quedan muy presentes cuando se nos enseña la postura de los violentos. Toda palabra, todo intento de negociación es nefasto y creemos que naturalmente orquestado, porque es convincente la postura desde la que se sitúan los skinheads, es extremadamente sorprendente en como actúan y obedecen. Nada a decir que el guión es quizás lo mejor de todo el conjunto, por espeluznante, sorprendentemente y bien hilado, de principio a fin, persiguiendo una idea clara con distintas posiciones que termina con un final muy y muy potente. Va de menos a más, claramente. Además, la interpretación de sus actores en general es estupenda, se adaptan a sus papeles y los adquieren como una segunda personalidad mediante las cuales te van guiando por un camino de sentimientos a los que solo puedes cogerte a la silla y esperar el golpe final.
Macbeth
Macbeth fue posiblemente el título más celebrado de todas las confirmaciones previas a Sitges 2015. El título protagonizado por Michael Fassbender y Marion Cotillard se estrenó en el pasado festival de Cannes con ovaciones y buenas críticas. La prensa de Sitges sin embargó la acogía con la duda (generalizada ante la programación tan variada de este año) de sí era un título que encajara con la esencia de cine fantástico que ha definido siempre al festival de Sitges. Lo que si estaba claro es que la expectación era muy alta, tanta que el Auditorio del Meliá se llenó en sus dos sesiones, y eso hablando de una obra clásica de William Shakespeare es ya decir mucho. Lo que quizás muchos no esperaban era que la adaptación dirigida por Justin Kurzel (Snowtown), se acogiera tan literalmente al texto original en verso de la obra Shakesperiana. Los que no se asustaron al encontrar un film dónde se hablaba en verso, y se dejaron llevar por una historia que no pone florituras ni comercialidad alguna al texto original, se encontraron con una adaptación brutal que busca competir con la magistral Trono de Sangre, la muy personal adaptación de Macbeth que realizó en 1957 Akira Kurosawa. Desde su primera escena Macbeth despliega una poderosa artillería visual con una hermosa fotografía y tomas en slowmotion para reflejar la barbarie de la guerra a la vez que narra el encuentro del soldado Macbeth con las brujas que tejerán su destino. A partir de ahí asistimos a la tragedia de Macbeth llena culpa, crimen y locura. La ambientación también juega un papel fundamental en esta adaptación, ofreciendo una visión de escocía profundamente medieval, sucia y embarrada que no habíamos visto nunca en una adaptación similar. Sorprende la elección de los vestuarios, sobrios y muy fieles a representaciones pictóricas, que aleja el film de cualquier otra película medieval épica y también de las de corte palacial. Las actuaciones de Fassbender y compañía quizás pasan por ser demasiado trascendentales, pero es algo que uno acepta o no, al entrar en la dinámica de la película y su historia. Macbeth se cierra con una gloriosa escena final magníficamente fotografiada en rojo y negro que sirve de broche a la gran labor que ha realizado el director de fotografía, Adam Arkapaw. Macbeth no consiguió el apreció de todo el público asistente a Sitges, pero no empaña el hecho de que estemos ante una de las grandes (y poco comerciales) películas de esta edición.
Slow west
El Western es el llamado género de los géneros, por lo que en el Festival de Sitges siempre esperamos encontrarnos algunos western que evitan las modas y defienden una especie que se niega a desaparecer. Slow West era el segundo western que nos encontramos en Sitges 2015 tras Bone Tomahawk, y si el primero nos parecía que tenía una indiscutible parte clásica, en Slow West predomina este renovado gusto por el western más clásico, aunque también apostando por nuevas vertientes. Su director John Maclean, le ha impregnado a Slow West un humor que recuerda mucho al cine de los hermanos Coen y eso es todo un acierto que llena de dinamismo a esta opera prima. La historia nos presenta el viaje de un joven aristócrata escocés al viejo oeste en busca de una sirvienta de la que se enamoró perdidamente. Sobre ella y su padre hay una recompensa por un crimen que fue más bien un accidente. Esto provoca que la búsqueda de la joven y su padre se conviertan en el centro de atención de numerosos cazarecompensas. Uno de ellos, interpretado por Michael Fassbender (Al que acabábamos de ver en Macbeth), ayudará al joven irlandés en su búsqueda, aunque secretamente tiene la misma intención que el resto de los cazadores. Aventuras, buena acción, y una fotografía llena de color son el resto de ingredientes que hacen de este film un buen y disfrutable entretenimiento. Quizás su guión se quede un poco plano o volátil, pero es algo a perdonar con el conjunto de la obra. El músico irlandés y ahora director de cine, John Maclean se ha marcado un buen debut que demuestra que es un valor a seguir.
Cop Car
Jon Watts trajo a Sitges una comedia policial con ciertas reminiscencias dramáticas con Kevin Bacon a la cabeza y dos jóvenes actores en el papel de Travis y Harrison. La película explica como dos niños han salido de casa y planean fugarse, en su camino sin rumbo encuentran un coche de policía «aparentemente» abandonado y entre coñas y risas se lo llevan de paseo. La problemática está servida cuando juegan con la radio y desde la central intentan contactar con el coche. Todo, absolutamente todo nos encantó y desde los primeros minutos te enamoras del encanto natural que tienen los chicos y del juego que para ellos es lo que están haciendo. Tratada de forma simpática, Cop Car explica personalmente lo que podemos decir que es una travesura que se les va de las manos con tintes de misterio al dejar los temas del Sheriff Kretzer ocultos y sin explicación aparente. Una historia negra de ajustes de cuentas con la autoridad de por medio camuflada con niños y sus travesuras. Además, las localizaciones que son pocas están muy bien escogidas para reflejar una zona rural poco habitada y donde la gente se conoce, con grandes zonas áridas o de cultivo entre alguna región de Estados Unidos muy tradicional. No es que busquen un razonamiento profundo sobre posibles motivos o que quiera dar una lección al espectador, Jon Watts busca divertirnos mientras pasamos un buen rato entretenidos, cargando de subtexto todo el guión con la segunda trama pero ensalzando completamente todas las situaciones de los chicos. Sin duda es una muy buena película para pasar una tarde de risas, no tomarla muy en serio pero intentar ir más allá de la simple mirada inocente que nos ofrece.
The Survivalist
Cerrando ya la tarde nos adentrábamos en el futuro distópico minimalista de The Survivalist, película con la que debuta en el largometraje el director británico Stephen Fingleton, que le ha hecho merecedor del premio a mejor director novel de este Sitges 2015. The Survivalist nos cuenta la historia de un hombre que se encuentra aislado sobreviviendo en su granja a un mundo dónde la civilización ha terminado. Ahora solo existe la supervivencia: consigue tu comida y defiende tu terreno. En estas condiciones nuestro superviviente recibe la visita de una mujer adulta y su hija adolescente pidiendo un poco de solidaridad en forma de comida y alojamiento. Ante la negación del hombre la mujer ofrece el cuerpo de su hija para que este acceda a ofrecerles ayuda durante al menos una noche. Su instinto natural hace que acepte y lo que iba a ser solo un día, terminan siendo varias semanas de convivencia dónde cada noche el hombre se acuesta con la hija mientras la madre queda encerrada en la despensa. La confianza aún así tarda en llegar en una convivencia dónde el hombre sospecha que en cualquier momento las mujeres podrían arrebatarle las armas y con ellas la granja. Pero cuando un grupo de merodeadores caníbales ataque la granja la desconfianza será superpuesta por la necesidad de sobrevivir en un mundo dónde nunca se esta a salvo. La opera prima de Stephen Fingleton resulta tan minimalista como perturbadora en su mensaje. Rodada con pocas localizaciones y sin apenas diálogos, supone toda una prueba para el espectador, que asistirá a varias escenas abominablemente desoladoras. Si bien el film resulta duro de ver por su lentitud, su historia crece a medida que pasan las horas posteriores de su visitando dejando un poso oscuro y agrio del que cuesta desprenderse.
The final girls
No podíamos terminar mejor el día que con esta delirante opinión de lo que viene a ser la última-chica-de-cada-película-de-terror y que ya había pasado por el Festival de Toronto y de la que veníamos escuchando muy buenas opiniones. Es una de esas películas que el trailer te desvela la trama pero que debes ver porque todavía tiene más y más humor-terror. Malin Akerman y Taissa Farmiga son madre e hija, Nancy y Max, las fervientes protagonistas de una historia de supervivencia. Tres años después de la muerte de Nancy, quien ha sido una actriz conocida por su papel de Scream queen en Campamento Sangriento, Max es invitada a una proyección de esa misma película la misma noche que hace tres años de la muerte. Ya sea por la muerte, por la película, por el amor de la hija o por poder divino, ella y sus amigos se adentran en la película, literalmente al cruzar la pantalla de proyección, y la verdad, nos da igual que no haya una explicación lógica ya que no la necesita, esto es terror. Una vez dentro vivirán los 90 minutos que dura la película con el grupo adolescente de actores. Situaciones y frases llenas de clasicazos pero también anti tópicos. Mientras en cualquier peli de terror que se preste lo que sucede es: la chica virgen muere la primera, o la negra, o siempre hay un salido que va entrando a todas o el buenorro del grupo; en este caso intentarán evitar las muertes. Una y otra vez. Al presentarla, Todd Strauss-Schulson, el director, dijo que era una película hecha por y para amantes del género, para echarse unas risas y aplaudir, gritar o hacer cualquier muestra de lo que te esta provocando. Y así pasó. Es una desternillante comedia sobre cómo sobrevivir al serial killer de la saga, pero en grupo y con la ayuda del futuro, ya que Max se sabe la película de memoria y sabe cómo y cuándo recibirán un ataque. La película además, muestra las dos generaciones con las características de cada una muy bien definidas y marcadas por los que están representando un papel y los que no. La presencia de Taissa Farmiga nos alegró gratamente y la combinación con Malin Akerman nos encanta, ambas congenian plenamente y muestran dos estilo de mujer distintos, marcados por la edad y la sociedad vivida porque, mientras Malin es Nancy, madre actriz que se ha ganado la vida como ha podido; Taissa es Max, adolescente que pierde a la madre, su mejor amiga, pero la recupera durante 90 minutos sin que Nancy sepa quién es. Ah, y el final, genial. Sin duda es una de las que mejor opinión se llevan por nuestra parte porque son puro espectáculo y puro amor al cine de género con un montón de guiños a Viernes 13. Viva las segundas partes.