Razones por las que ya deberías haber visto «Mommy» de Xavier Dolan

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En estas fechas veraniegas, son muchos los cines estivales, además de un buen número de salas comerciales, que dedican estas fechas a recopilar algunas de las películas más destacadas del año. Una buena oportunidad para rescatar esas películas que se nos escaparon o de las que hemos oído hablar de ellas demasiado tarde. Si sois de los que repasaréis este verano los mejores estrenos del año, o si aún se os ha escapado el título que os traemos hoy, os recomendamos encarecidamente que busquéis tiempo para no perderos el último film de Xavier Dolan. El enfant terrible adolescente, que tras Mommy ya no se le puede seguir tratando de un joven director con suerte.

SOBREVIVE COMO PUEDAS

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En un panorama dominado por los remakes y los superheroes, se extraña un cine dónde se premie a las historias y no al espectáculo. Mommy puede presumir de ser una de esas historias valientes con personajes que gozan de muchas capas de profundidad sin tener que  recurrir a una narración ecléctica ante la falta de sangre e intenciones. No. Mommy es cine con pasión, historia, conflictos y relaciones humanas. Todas ellas a flor de piel. Diane es una madre viuda con un hijo adolescente que sufre trastorno de atención. A pesar de las frustraciones de la vida, Diane sobrevive a los problemas diarios con impotencia pero sin perder la esperanza y energía para encontrar una salida, aunque esta sea arrastrándose. Steve, su hijo, también lucha a diario contra su enfermedad y los límites que le impone una sociedad que le rechaza. Ambos encontraran en la vecina de enfrente, Kyle, un resquicio de aire y paz. Los tres se enlazarán en una historia de humor, dolor y esperanzas frustradas. Personajes que a veces tomarán decisiones trágicas para cada uno vivir como pueda. Una montaña rusa de emociones agridulces dónde nunca sabemos cuándo llegará el final aunque somos conscientes que lo peor está por llegar.

LA CONSAGRACIÓN DE XAVIER DOLAN

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Si hay un tema que destacada en la filmografía de Xavier Dolan, es la relación de sus protagonistas con sus madres. También por supuesto la adolescencia, la incomprensión y la búsqueda de identidad. Mommy se enlaza directamente con el primer film del director canadiense: Yo Mate a Mi Madre. En ambos films se trata la relación madre-hijo con profundidad, pero mientras en su opera prima encontrábamos un cine muy amateur, en Mommy encontramos una dirección tan sólida y seria que le hicieron merecedor del premio del Jurado en el Festival de Cannes, compartiendo premio con el mismísimo Jean-Luc Godard. Muy simbólico. Un director que se encuentra al final de su carrera compartiendo premio con un joven al que han situado en una lanzadera hacía el estrellato. Si Mommy es la madurez y confirmación de Xavier Dolan como uno de los grandes nombres de la cinematografía actual, hay que valorar que todo apunta a que solo es el comienzo. Sus dos siguientes películas que se estrenarán en 2016 y 2017 cuentan ya con nombres como Jessica Chastain, Susan Sarandon, Marion Cotillard, Léa Seydoux o Vincent Cassel.

CINE DE ACTUACIONES EXIGENTES

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Un cine de personajes tan intensos como los de Mommy, requiere un enorme esfuerzo por parte de los actores para corresponder a la necesaria verosimilitud del film. La historia lo exige y los actores lo cumplen con creces. Anne Dorval como Diane «Die» Després está fantástica, con una energía dramática tan contenida como explosiva. Ante la vida la encontramos con una fachada fría y dura, aunque seamos conscientes en todo momento de su fragilidad. No se queda atrás Antoine-Olivier Pilon como el excéntrico y a veces odioso Steve. Su actuación roza el extremismo más exagerado, pero en vez producir rechazo uno no puede no quedarse fascinado ante tanta energía y magnetismo que desprende ante de la cámara. Suzanne Clément al igual que Dorval ya es veterana en el cine de Dolan, y tras Laurence Anyways y Yo Mate a Mi Madre, la actriz vuelve a interpretar a una mujer compleja, inestable y enferma pero que sirve de unión parar sanar la relación entre Steve y Diane. Muchos se sorprenderán al no encontrar al propio Xavier Dolan dentro del reparto del film, ya que en sus anteriores películas el director estuvo muy presente llegando a protagonizarlas. Un paso del propio Xavier Dolan de abandonar la actuación para centrarse en la dirección, que ha sido un alivio para muchos, entre los que nos incluimos.

EL FORMATO 1:1

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Instagram ha resucitado al formato cuadrado. Las fotografías cuadradas y los filtros fotográficos han revolucionado la estética de esta década y muy pronto esta influencia se ha dejado notar en el cine. Cada vez son más frecuentes las películas que emplean un formato 4:3 para narrar sus historias. Este formato que había quedado relegado al video y la televisión tras su abandono en el cine por los formatos panorámicos en los años 50, vuelve a estar muy presente en el cine de autor actual. Xavier Dolan y su director de fotografía André Turpin van más allá y apuestan por un formato totalmente cuadrado, el 1:1, defendiendo esta apuesta por la capacidad única que tiene de atraer toda la atención del espectador a un único punto de acción. Además de todos los beneficios que aporta un formato cuadrado a la composición de retratos, centrando toda la fuerza dramática en ese cuadrado de acción. Solamente en dos momentos magníficos del film, Dolan amplía el formato 1:1 al panorámico, expresando dos momentos de liberación de los personajes donde se dejan llevar por los sueños y dejen de estar oprimidos por la realidad. Sin duda estos momentos son de lo más brillante visto en la filmografía de Dolan.

LA MÚSICA COMO EXALTACIÓN

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En general la música que Xavier Dolan ha escogido para impregnar la adolescencia problemática de Steve es pop de los 90, posiblemente la que marcó la juventud del propio Dolan. Un lenguaje musical que nos hace más cercanos a los sentimientos de Steve además de macar una profunda estética que acompaña a todo el film. Pero Mommy tiene dos escenas musicales que brillan con luz propia. Son las mismas escenas dónde el formato 1:1 pasa al panorámico. A la brillantez de la imagen hay que añadir la fantástica banda sonora que impregna la magia que eleva estas escenas a otro nivel superior. Si en la primera escena es el Wonderwall de Oasis lo que lleva a Steve a romper sus límites y dejarse llevar por un mundo de oportunidades, en la segunda escena es el piano de Ludovico Einaudi el que nos empaña los ojos con un mundo que debería haber existido y que tristemente resulta imposible. Una felicidad que dura una eternidad y a la vez un instante dónde en todo momento sabemos que los bordes del formato 1:1 regresarán y romperán esa ilusión de un mundo panorámico dotado con amplios horizontes. La realidad continuará siendo cuadrada y claustrofóbica. Con unos personajes heridos y aislados que deberán buscar la manera de seguir adelante a cualquier precio. Sin duda son dos escenas que pasan a la historia del cine y elevan a la última película de Xavier Dolan como una de las imprescindibles del año. Un visionado obligatorio que si aún no lo has disfrutado, ya estas tardando.

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