Si hay un título que ha levantado polémica este Nocturna 2016, sin duda ese ha sido Polder, la gran triunfadora del palmarés del festival de cine fantástico de Madrid. La película que abría la sección oficial, Polder, se ha hecho con todos los premios de competición, compartiendo solo ex-aequo el de mejor actriz con Zoe Bell por Camino. El año pasado ocurrió casi lo mismo con Liza The Fox-Fairy pero en esa ocasión el público aceptó esta unanimidad ante el innegable encanto del título húngaro. Sin embargo con Polder nos encontramos un caso totalmente distinto, ya que el film suizo fue unánimemente criticado por el público y prensa asistente a la proyección.
Dirigida a dos manos por Julian M. Grünthal y Samuel Schwarz, Polder nos cuenta la historia de un extraño futuro distópico dónde el mundo vive enganchado a un videojuego que permite dilatar el tiempo en el juego frente al tiempo real. De esta manera 1 hora conectado al juego quizás sean numerosas horas en la realidad virtual del juego, lo que permite que la conciencia y vida humana sea dilatada en el tiempo. Tras este prometedora premisa que puede recordar bondadosamente a Días Extraños o eXistenZ, se esconde un film confuso que se contenta con seguir a la novia del creador de este juego, que investiga la muerte de su pareja y los secretos que se ocultan tras ella. Polder se pierde en un guión que narra a realidades similares a las muñecas rusas para crear una confusión entre realidad y universo virtual. Menos gratificante resulta la decisión de Grünthal y Schwarz de impregnar todo de una estética anime japonés a una historia que no la necesita. Sus colores chillones, la fallida narración visual, y las más que insuficientes interpretaciones convierten a Polder en un sinsentido tan confuso como tortuoso para el espectador. No podemos más que dejar patente nuestra incredulidad al ver que un producto así haya sido capaz de ganar todos los premios de competición en un certamen internacional.