Crónicas de Sitges 2015: 16 Octubre

Journey to the shore 

Los más veteranos de Sitges y aficionados al cine japonés ya saben que Kiyoshi Kurosawa poco tiene en común con el maestro Akira Kurosawa salvo compartir el apellido sin ser parientes. De hecho la filmografía del joven director nipón ha estado siempre más cercana al horror y al género fantástico con aportaciones muy oscuras y psicológicas al género. Sin embargo con Journey to The Shore nos encontramos con un Kiyoshi más luminoso, caminando entre la nostalgia y las segundas oportunidades con una historia sobrenatural de fantasmas que pierde un poco su pulso con el ritmo. Journey to the Shore nos cuenta la historia de Mizuki, una joven que perdió su marido desaparecido en el mar y al que lleva tres años esperando hasta que una noche se le aparece su fantasma. Al contrario de lo que podríamos esperar, el fantasma de Yusuke es tangible y no resulta peligroso, es más parece calmado y perdido. De hecho, para sorpresa de Mizuki, el fantasma de Yusuke continua ahí el día siguiente y le pide un último favor. Mizuki y Yusuke inician un largo camino hacia el mar visitando a todos las amables personas que ayudaron a Yusuke en el tiempo que estuvo enfermo antes de morir y así agradecerles toda su ayuda. El tono misterioso con el que se inicia la película pasará a convertirse en un tono puramente sentimental que inundará las dos horas y cuarto que termina durando el último film de Kiyoshi Kurosawa. Una película que podría haber emocionado con el reencuentro de una pareja como la de Mizuki y Yusuke, pero que debido al glacial tratamiento de Kiyoshi la película termina congelando las sensaciones que pueda recibir el espectador más entregado.

Tangerine

Tangerine es puro drama social en medio de una decadente Los Ángeles, entre suburbios y calles donde se decide el destino de la gente. Alexandra y Sin-Dee son las dos actrices principales, travestis, que se reencuentran cuando Sin-Dee sale de la cárcel y se ponen al día en novedades del barrio y de sus propias vidas. El culebrón del que seremos testigos a lo largo del poco más de una hora posterior da mucho de si para comentar todos los aspectos que intervienen en una amistad, y más. Primero de todo, nos ha encantado la sinceridad con la que busca retratar un sector social que normalmente está excluido de ser el foco de atención como son los transexuales. Las ideas claras con las que utiliza la cámara y el punto central de atención con el que las sigue a lo largo del día recorriendo la ciudad es una clara intención para acercarse a lo más humano y más sentimental que une a dos personas. El punto fuerte de la película, aunque todo hace que Tangerine sea lo que es, es el guión: baterías de diálogos soltados casi sin pensar, naturalidad, nos atrevemos a hablar de improvisación, pero todo grabado con mucho estilo y siempre muy cercano. Es una de las obras que hemos visto que más nos han marcado y es que, con engaños, deudas, amores y Los Ángeles, Tangerine hace que mires a los ojos de las dos chicas y veas sus sentimientos, sin palabras, con actos y vestidos y envidias.

The boy and the beast

La tarde la comenzamos con una nueva joya de la animación nipona. Un film que tuvo el honor de participar en la sección oficial de largometrajes del prestigioso festival de San Sebastián. Y es que a Mamoru Hosoda no se le considera el heredero de Miyazaki gratuitamente. El director nipón lleva acumulando grandes éxitos que han enamorado tanto a público como a crítica. De hecho hay que recordar que tanto Wolf Children, cómo Summer Wars y La Chica que saltaba a través del tiempo se llevaron sendos premios en Sitges a mejor película de animación, un hecho que convertía a The Boy and The Beast cómo uno de los títulos más llamativos de la sección anima t’ de está edición, a pesar de que se presentaba fuera de competición. Lo cierto es que The Boy and The Beast no defrauda en absoluto y continua la carrera ascendente de Hosoda. El film cuenta la historia de Kyuta, un niño huérfano ese que traspasa un portal secreto en un callejón de Tokyo para adentrarse sin querer en el mundo paralelo de las Bestias. Allí conocerá a Kumatetsu, una bestia con gran talento para las artes marciales, que resulta del todo desaprovechado debido a su actitud. Juntos establecerán una curiosa y no aceptada relación padre-hijo a la vez que Kumatetsu enseña hacerse más fuerte a Kyuta. Una relación de la que también sacará provecho Kumatetsu para limpiar tanto su actitud como la imagen que tiene el mundo de las bestias sobre él. Momoru Hososa vuelve a enternecernos con una historia que irradia sentimientos y que sirve a la vez para radiografiar el proceso de maduración de los adolescentes actuales.

Endorphine 

Con todo el desgaste del festival encima nos precipitamos sin paracaídas hacía la segunda película del habitual director de fotografía de Xavier Dolan, André Turpin. Sabíamos que el genio que fotografió la fantástica Mommy de Dolan, nos podría ofrecer un producto de difícil digestión y a pesar del cansancio nos aventuramos con Endorphine. El film nos cuenta la historia de tres mujeres llamadas Simone. La primera es una niña de 12 años, solitaria y que tiene que enfrentarse al trauma de ver morir a su madre. La segunda Simone es una chica de 25 años con constantes ataques de pánico. La tercera Simone es una mujer ya adulta que se dedica a realizar charlas acerca de las conexiones temporales. Las tres Simone podrían ser la misma o bien no. Lo cierto es que entre ellas existe una relación onírica en las que se relacionan entre ellas a través de sueños. Cómo era de esperar la película nos ofrece una deliciosa sucesión de planos oníricos muy cuidados estéticamente pero de escaso valor narrativo. Si se acepta esto y se decide obviar la poca lógica que existe en la película, Endorphine puede resultar un fabuloso pasatiempo mental dónde asistiremos al puzzle de como Simone conecta a su infancia y su juventud con su vejez a través de recuerdos interconectados, cómo la recurrente escena de las escaleras, dónde se repite numerosas veces la brutal muerte de la madre. Si por el contrario, es espectador no tiene paciencia para este tipo de películas tan eclécticas, le recomendamos encarecidamente que se aleje lo máximo posible de este título.

High-Rise

Por si nuestra cabeza había sufrido poco con Endorphine, decidimos a continuación encontrarnos de lleno con la tan amada y odiada High-Rise. Un film que compitió en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián, ganándose grandes y merecidos elogios pero también las más opuestas críticas. Estamos ante la que seguramente sea la película más ambiciosa de Wheatley hasta la fecha, y sin duda alguna, la que cuenta con un reparto más potente e internacional. Tom Hiddleston protagoniza este film dónde también podemos ver caras muy conocidas como Luke Evans, Elisabeth Moss, Sienna Miller o Jeremy Irons. Un cartel de lujo para un film con el que Ben Wheatley busca estar presente en el altar de los autores cinematográficos más interesantes de la presente década. Razones no le faltan, High-Rise es una enorme e hipnótica borrachera que embriaga al espectador para manejarle y conducirle a través de una espiral de vicio y decadencia tan atractiva como a veces exagerada. Ben Wheatley nos ha asombrado con esta historia que va enloqueciendo a medida que crece el film y se convierte en una enorme sesión de embriagadora psicodelia gracias a su fantástico montaje y música protagonizada por el S.O.S. de Abba. El film adapta la novela de J. G. Ballard de mismo nombre, narrando la llegada del Doctor Robert Laing a su nueva vivienda situada en un rascacielos dónde se ha creado una sociedad autosuficiente y aparentemente perfecta. Sin embargo las sombras de esta utopía se irán descubriendo a medida que las clases sociales, divididas verticalmente por altura de piso, se enfrentan por el dominio de la electricidad, el uso de la piscina colectiva y en el nivel de desenfreno en las múltiples fiestas que se celebran diariamente. En lo alto del rascacielos vive el arquitecto del edificio, obsesionado con conseguir que su experimento social de sus frutos, sin saber que la inmoralidad y el vicio están desbocando la vida del rascacielos. Por un lado Richard Wilder (Luke Evans), que vive en uno de los pisos más bajos, busca violentamente escalar en su posición social dentro del edifico y organiza una revolución en las plantas inferiores. Las clases más acomodadas no quieren el ascenso de vecinos como Luke Evans, por lo que se enfrentan a ellos con violencia y misoginia. En medio de este conflicto encontramos a Robert Laing, acomodado y silencioso vecino de los pisos medio-altos. En su mano estará dar fin a la locura que acaba dominando el edificio y dar pie a una nueva sociedad menos machista, clasista y basada en el vicio. High-Rise es un film de muchas lecturas y de profundo disfrute mental. Uno no puede no dejarse llevar por la locura y realizar un millar de lecturas a cada mensaje que nos envían. Una suerte de pieza que esta llamada a convertirse en obra de culto. Normal que High-Rise no guste a todo el mundo. Su locura te arrastra y si no te convierte en un incondicional, te deja absolutamente fuera. En caída libre.

Cooties 

Después de pasar por el festival de cine de Sundance de 2014 y recibir críticas bastante buenas confirmando el buen funcionamiento de la ida de olla en la que participa Elijah Wood y dirigen Jonathan Milott y Cary Murnion no nos la podíamos perder, a pesar de estar programada en las maratones nocturnas. Cooties parte de una idea que nos encantó: de repente, en un colegio hay un brote de un virus extraño y los niños empiezan a convertirse en zombies durante el recreo. Los profesores, que no se percatan de lo que sucede, se irán dando cuenta poco a poco e intentarán salvar sus vidas. Sin duda lo mejor de la película es el desarrollo de una idea simple y buena, además de ser actual por la fama que ha ganado el género zombie en los últimos años. Hay que decir que es friki hasta la médula, que vale la pena verla porque te partes pero hay que tomarla en broma y en clave completamente desenfadada. A parte de la orda de niños zombis que quieren comerse a sus profesores, están éstos que también están marcados por los cliches. Elijah Wood es un novato, también está la profesora de música, el profesor de gimnasia y el de literatura, que forman un entramado previsible pero que desde una perspectiva estudiantil hará las delicias de los más descontentos con la educación y la figura de los pobres maestros que aguantan a chavales literalmente fuera de si.

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