Llegamos al último día de la Muestra que un año más nos ha regalado momentos para recordar desde el primer día, como que Leticia Dolera se ha ido paseando con una luz roja, hemos aprendido inglés y esperamos que el año que viene Raúl Arévalo se pase a saludar. Y en el día de hoy no podía faltar el momento ‘Huesitos’ que este año nos los hemos ganado (y si, este año por fin cogimos y por partida doble) al canto de «Veré Requisitos y comeré Huesitos». Pues nada, que para el último día ha sido un popurrí de estilo muy distintos con High Rise de cierre que ha demostrado otra vez cómo de dividido es el público asistente a la muestra. Demon y Jeruzalem han aportado el toque macabro, de terror y fantástico. Absolutamente todo ha sido un homenaje al estilo Monty Phyton’s para fans (pero fans fanáticos) de los británicos. Y una vez más, Tom Hiddleston nos ha seducido en su rol de medio rico que entra a un edificio donde los pisos definen el status social que se tiene.
Demon
Una de las noticias cinematográficas más tristes de Sitges 2015 fue el fallecimiento del director Marcin Wrona, semanas antes de la celebración del Festival donde el director tenía previsto asistir para presentar Demon. La segunda sesión de los motivados de esta Muestra estuvo impregnada en un aura oscura, a sabiendas la condición de film testimonial de Wrona. Demon nos traslada a una endiablada boda polaca entre un extranjero y la hija de una familia llena de secretos. Días antes de la boda, la familia les regala una tierras dónde construirán su nueva casa y de pasó realizarán la celebración de la boda. La noche antes de la ceremonia, el novio encontrará unos huesos humanos enterrados en la fangosa tierra que rodea la casa. A partir de ese momento se irá encontrando cada vez peor mientras la boda comienza su celebración, los secretos empiezan a salir a la luz, y la fiesta enloquece hasta puntos insospechados. La última obra de Marcin Wrona es un bodorrio enfermizo dónde no faltan posesiones dentro de una atmósfera opresiva. Demos cuenta también con una poderosa fotografía que le hizo llevarse el premio a mejor fotografía en Sitges. Sin duda, es una lastima la pérdida del talento de Wrona, que con este film hace muestras de lo original de su visión que revisa con ojo crítico las tradiciones de la cultura polaca.
Jeruzalem
Los hermanos Doron y Yoan Paz han dirigido y escrito está ida de olla sobre Jerusalem como ciudad santa donde cae una maldición bíblica justo cuando Rachel y Sarah deciden pasar unos días conociendo la ciudad. Para hacernos a la idea: dos judía americanas jóvenes deciden pasar unos días de vacaciones en las zonas repletas de bares y clubes de la parte costera de Israel, en el avión conocen a Kevin, un joven antropólogo que se dirige a Jerusalem y convence a las chicas para pasar unos días en la ciudad antes de los días de fiestas en la costa. Ahí empezarán a escuchar todo tipo de historias sobre ángeles y demonios, exorcismos y manicomios. La cosa se pone fea cuando parece que la ciudad haya entrado en guerra y varios aviones bombardeen el centro. Cierran las puertas de acceso a la ciudad, con la gente dentro y el grupo que han formado los tres jóvenes y amigos locales buscarán salir por cualquier vía de Jerusalem. Interesante, ¿verdad? Pues bien, hay momentos bastante cómicos (¿risas? ¡Si!) porque la historia está contada a través de una Google Glass que lleva Sarah y que le ha regalado su padre. Hay infinidad de planos que están tremendamente mal ubicados considerando que estamos casi literalmente viendo a través de sus ojos. Además, yo que llevo gafas ¡quiero unas tan resistentes como esas! Madre mía la de golpes que reciben…y claro, mensaje de «Fatal Error» (Risas). Con el truco de las gafas juegan a incorporar el «reconocimiento facial» que viene integrado con la app de Facebook. En medio de la oscuridad, en medio del Apocalipsis, que reconozca caras, ES UN PUNTAZO! Y destacar un par de cosas más: primero de todo, los gigantes, esos seres-monstruos-godzillas-llamalo como sea, donde se nota que han hecho lo que han podido pero que no aporta nada. En cambio, los ángeles-demonios caídos y las escenas de persecuciones o la escena dentro del manicomio si nos han encantado. Y el final, vamos, ahí de repente todo tiene sentido. Podemos verla con seriedad y no nos va a gustar, pero como una película entretenida, con momentos oscuros y con un mensaje religioso por detrás hará delicias de los más frikis.
Absolutamente todo
La penúltima película de la 13ª Muestra SyFy se vestía de gala y memoria, programando la última película de un mito cómo Terry Jones, director, escritor y voz en off de Absolutamente Todo, por su extensa filmografía y por formar parte de Los Monty Phyton’s, quienes han creado un sinfín de capítulos y sketches que forman parte ya del imaginario colectivo. La esencia y la tendencia hacia lo absurdo y la exageración que definieron a los Monty, aún se encuentran en cierta parte, presentes en esta película. En ella, Simon Pegg es Neil, un hombre sin suerte y sin valor que un día recibe el poder que poderlo hacer todo. Los que se lo conceden son un grupo de aliens que se lo tomarán como un experimento para poner a prueba a la humanidad y según el uso que haga, exterminar a todo el mundo o no. Partiendo de esta base, sabemos que nos vamos a reír, sabemos que todo va a ser un exageración y sabemos que el tándem Jones – Pegg puede salir bastante bien. Desde el principio se nos pone en situación, resaltando la comicidad del film, pero también con el riesgo que ello conlleva: acaba siendo repetitiva y el espectador puede tender al cansancio en su tramo final. El mal CGI tampoco ayuda, pero es algo perdonable ya que está mal hecho. Absolutamente Todo es una comedia potencialmente divertida, pero también también adolece de ser demasiado tradicional y previsible. Un sabor agridulce que al menos nos ha hecho pasar un buen rato.
High-Rise
Para cerrar esta 13ª edición, la Muestra SyFy se guardaba un plato fuerte con High-Rise, el último film de Ben Wheatley, el autor detrás de Turistas (Sightseers, 2012). Un film que compitió en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián y también fuera de concurso en Sitges, ganándose grandes y merecidos elogios. Estamos ante la que seguramente sea la película más ambiciosa de Wheatley hasta la fecha, y sin duda alguna, la que cuenta con un reparto más potente. Tom Hiddleston protagoniza este film dónde también podemos ver caras muy conocidas como Luke Evans, Elisabeth Moss, Sienna Miller o Jeremy Irons. Un cartel de lujo para un film con el que Ben Wheatley busca estar presente en el altar de los autores cinematográficos más interesantes de la presente década. Razones no le faltan, High-Rise es una enorme e hipnótica borrachera que embriaga al espectador para manejarle y conducirle a través de una espiral de vicio y decadencia tan atractiva como a veces exagerada. Ben Wheatley nos ha asombrado con esta historia que va enloqueciendo a medida que crece el film y se convierte en una enorme sesión de embriagadora psicodelia gracias a su fantástico montaje y música protagonizada por el S.O.S. de Abba. El film adapta la novela de J. G. Ballard de mismo nombre, narrando la llegada del Doctor Robert Laing a su nueva vivienda situada en un rascacielos dónde se ha creado una sociedad autosuficiente y aparentemente perfecta. Sin embargo las sombras de esta utopía se irán descubriendo a medida que las clases sociales, divididas verticalmente por altura de piso, se enfrentan por el dominio de la electricidad, el uso de la piscina colectiva y en el nivel de desenfreno en las múltiples fiestas que se celebran diariamente. En lo alto del rascacielos vive el arquitecto del edificio, obsesionado con conseguir que su experimento social de sus frutos, sin saber que la inmoralidad y el vicio están desbocando la vida del rascacielos. Por un lado Richard Wilder (Luke Evans), que vive en uno de los pisos más bajos, busca violentamente escalar en su posición social dentro del edifico y organiza una revolución en las plantas inferiores. Las clases más acomodadas no quieren el ascenso de vecinos como Luke Evans, por lo que se enfrentan a ellos con violencia y misoginia. En medio de este conflicto encontramos a Robert Laing, acomodado y silencioso vecino de los pisos medio-altos. En su mano estará dar fin a la locura que acaba dominando el edificio y dar pie a una nueva sociedad menos machista, clasista y basada en el vicio. High-Rise es un film de muchas lecturas y de profundo disfrute mental. Uno no puede no dejarse llevar por la locura y realizar un millar de lecturas a cada mensaje que nos envían. Una suerte de obra que no convenció a la parte habitualmente más ruidosa de la Muestra SyFy, pero que para nosotros es ya una merecida obra de culto.