Igualada (Barcelona) ha vuelto a convertirse en la sede del Zoom Festival, el festival de ficción televisiva internacional que este año celebra su 14ª edición. Durante toda la semana, desde el martes 22 al 27 de noviembre, hemos podido ver en pantalla grande productos pensados para televisión como documentales, series y, evidentemente, películas. También ha habido espacio para cortometrajes, producciones para los más pequeños y clases para todos los gustos. Además, año tras año descubrimos nuevas maneras de hacer cine en el Zoom Formats y se da la oportunidad de darse a conocer a los directores noveles con el Zoom Km.0. Para cerrar una programación redonda, el Zoom Festival cuenta por tercer año consecutivo con el Showcase de Pilotos de Ficción llevado a cabo conjuntamente con la revista online Serializados.
Os dejamos con un resumen de algunas de las películas que han desfilado por la Sección Oficial del festival.
Cervantes contra Lope
1614. Hace nueve años de la publicación de El Quijote y todo el mundo espera con ansia la segunda parte cuando, por sorpresa, aparece El Quijote de Avellaneda. Pero nadie conoce la auténtica identidad de ese tal Avellaneda. Por su lado, Cervantes (Emilio Gutiérrez Caba) sospecha que detrás de la publicación se esconde Lope de Vega (José Coronado), con quien mantiene una fuerte rivalidad, pero Lope niega rotundamente que tenga nada que ver con el asunto. La rivalidad entre ellos estalla cuando Lope cree que Cervantes, por envidia de sus éxitos, le ha dedicado un soneto que lo ridiculiza, y desde entonces se rompe su amistad y empiezan las acusaciones mutuas. Y entre ellos dos, Góngora (Lluís Villanueva), Quevedo (Pol López), Figueroa (Joan Carreras), el intrigante Pasamonte (Albert Pérez) y otras personalidades del siglo de oro de la literatura española desfilan por este falso documental que intenta descubrir quién fue el autor de El Quijote de Avellaneda y los motivos que lo llevaron a escribirlo. Un equipo de historiadores asesoró al director, Manuel Huerga, y a la productora, Minoria Absoluta, para no dejar nada al azar y hacer que cada escena fuera fiel a la realidad.
Manuel Huerga nos presenta una película vestida de documental en la cual un equipo de periodistas viaja en el tiempo a principios del siglo XVII para entrevistar a Miguel de Cervantes, Lope de Vega y el resto de escritores implicados en el caso del falso Quijote. Con esta puesta en escena consigue, además de indagar en la autoría de la obra, retratar unos personajes que sólo conocemos gracias a los libros de historia y hacerlos reales y humanos, con sus miedos, inseguridades y virtudes. Vemos un Cervantes insatisfecho que busca permanentemente un estilo de escritura propio frente un Lope de Vega vanidoso, mujeriego y aclamado por el público, que adora su obra teatral. Intercaladas entre las entrevistas aparecen escenas de la vida de los dos autores que matizan aún más su carácter, y algún fragmento de El Quijote relacionado directamente con las disputas entre los escritores.
Tenemos que hacer una mención especial a la fotografía del film. La luz y los colores que impregnan cada imagen salen directamente de los maestros barrocos como Zurbarán, Velázquez o Murillo, y hacen que tengamos la sensación de estar en una galería de arte donde se representa la película escena tras escena como si fueran pinturas. Formalmente se han cuidado todos los detalles al máximo, desde el vestuario impecable hasta el ambiente de la España del siglo XVII, y la interpretación magistral de José Coronado especialmente, pero también la de Emilio Gutiérrez Caba, ponen el colofón a una película imprescindible para los amantes de las letras.
Ebre, del bressol a la batalla
Se han hecho muchas películas ambientadas en la guerra civil española, películas que han retratado la violencia, crueldad y dureza que se vivieron aquellos años. Pero de la batalla del Ebro (de julio a noviembre de 1938) se ha hablado poco, quizás porque fue la contienda más dura de toda la guerra, o porque enviaron a luchar jóvenes que aún no tenían edad para empuñar un fusil, la conocida quinta del biberón, con chicos nacidos entre el 1920 y el 1921. Fue un combate de desgaste que significó la derrota definitiva del bando republicano después de 115 días de lucha condenada al fracaso. La falta de recursos materiales y humanos de los republicanos, su agotamiento físico y moral y la falta de ayuda internacional fueron las causas de la barbarie de la batalla del Ebro, y Román Parrado y Oriol Marcos, director y productor de Ebre, del bressol a la batalla, creen que ha llegado el momento de contarlo a las nuevas generaciones con una ficción histórica contundente.
El film se centra en cómo viven la batalla un grupo de jóvenes de 17 años que son llamados a filas. Oriol Pla, Enric Auquer y Àlex Monner encarnan tres chicos bien diferentes que se encuentran en medio del combate y tienen que aprender a afrontarlo haciéndose mayores de golpe. Es en las historias personales de cada uno de ellos donde nos damos cuenta de lo absurdo de una guerra, que arranca de cuajo las vidas de quienes participan en ellas. Pero vemos cómo se crea rápidamente amistad y compañerismo entre ellos fruto de la soledad que conlleva estar en el frente y lejos de la familia. Román Parrado nos narra desde la ficción historias que fueron muy reales durante la guerra civil, historias de hermanos que luchaban entre ellos, historias de amor que, pese a todo, también tenía cabida en medio de las matanzas, pero sobretodo la historia del dolor, el miedo y la incomprensión frente la guerra y la muerte de unos jóvenes que sólo tenían 17 años. Sin recrearse excesivamente en la sangre que tiñó la batalla, Parrado se centra en el desarrollo emocional de los protagonistas, que tuvieron la oportunidad de hablar con los supervivientes de la batalla del Ebro y ésto les ayudó a configurar sus personajes. Les contaron sus experiencias y reconocieron que el combate fue mucho más duro de lo que nos podamos imaginar. Por lo tanto, aunque la película muestra con respeto y rigor los hechos del Ebro, nos los tenemos que imaginar aún peores. Como acostumbra a pasar, la realidad supera a la ficción.
En un segundo plano queda el papel de la mujer en una guerra, pero en Ebre, del bressol a la batalla se les da el protagonismo real que tuvieron. Roser Tàpias encarna a Carme, secretaria y traductora de Manuel Azaña (interpretado por Manuel Morón), y Kimberly Tell es Nan, una enfermera inglesa. Ellas representan todas aquellas mujeres que alentaban a los soldados, les daban ánimos a través de cartas que les enviaban al frente, los cuidaban cuando caían heridos y, en definitiva, les hacían de soporte moral en los momentos que más lo necesitaban y se convertían en puntales imprescindibles para los combatientes.
Un último detalle: la primera y la última escena abren y cierran un círculo que empieza con la frase que le dice el abuelo a su nieto, y que resume la esencia de la película: Ara hauràs de ser un home (ahora tendrás que ser un hombre). Brillante.
Agnes
Walter (Stephan Kampwirth), tranquilo y monótono, es un escritor de no-ficción que necesita inspiración para escribir una novela. Agnes (Odine Johne), nívea y de mirada perturbadora, es una estudiante de física frágil, vulnerable y con un carácter de extremos. Inevitablemente inician una historia de amor que empieza en una biblioteca y en la primera cita hablan de la muerte y la eternidad. Walter se da cuenta que ha encontrado su musa y Agnes se ofrece para que escriba sobre ella, sobre su vida. A partir de aquí sus vidas son una mezcla de realidad y ficción literaria en las cuales la barrera que separa los dos mundos se difumina hasta fundirse, con todas las consecuencias que esto conlleva.
Agnes es una novela del suizo Peter Stamm que el director Johannes Schmid ha llevado a la pantalla enfrentándose a la complicación de combinar la realidad de la pareja con los deseos del escritor y la personalidad de su musa, y que todo esto quede claro a ojos del espectador. Lo consigue a medias porque no es fácil discernir qué es realidad i qué novela, pero aun así es coherente con el desarrollo de la historia. De entrada, Walter escribe los primeros días de relación con Agnes, pero cuando llega al presente tiene que empezar a inventar qué pasará a partir de entonces, y aquí es cuando la realidad y la ficción se fusionan. Él escribe cómo quiere que sea Agnes y ella interpreta el papel, pero esto hace que no vivan realmente sus vidas sino las vidas de los personajes de la novela. Lo que al principio parecía un juego excitante para los dos se rompe con la llegada del embarazo y el golpe que supone para ellos. Hasta el momento la novela y la realidad habían ido cogidas de la mano, pero ahora cogen caminos paralelos e irreconciliables que acabaran por destruir la relación entre Walter y Agnes. El escritor intenta reparar en la novela lo que se ha echado a perder en la realidad, pero no es más que ficción y esto distancia aún más a la pareja. Al final los dos acabaran escribiendo la ficción de su historia de amor.
El carácter de Agnes tiene un aire lolita evidente. Es tímida y callada pero apasionada en el fondo, su conversación es siempre trascendental y sus silencios, elocuentes. Estos silencios se llenan con las miradas y el sonido del tecleo de Walter hasta que acaba la novela y, con ella, su musa. Toda la película está impregnada de una aura angelical que proyecta Odine Johne y se traduce en una luz muy blanca en la mayoría de escenas, quizás demasiado, que potencia el talante casi místico de la musa. A esta luz la acompaña la nieve, muy presente a lo largo del film, que se convierte en una especie de símbolo de Agnes, hecha de frío y nieve.
Groenland
El fotógrafo Hugo Maes (Thomas Ryckewaert) está en una encrucijada a sus treinta y tantos años: por un lado quiere seguir viajando a Groenlandia para documentar la vida de una pequeña comunidad inuit de 500 habitantes, y por el otro lado inicia una relación con Iris (Gaite Jansen), una joven estudiante de Amsterdam. La incompatibilidad de los dos mundos que se unen en su vida, la soledad y tranquilidad de Groenlandia —donde se siente como en casa— contra el bullicio de la ciudad y su gente —que lo hacen sentir fuera de lugar—, acabaran siendo un problema para Hugo y de rebote, para la pareja. La isla norteña es el punto de inflexión que les sirve a los dos para darse cuenta de que pertenecen a mundos distintos y que no son compatibles en absoluto. Él vive el día a día dedicado exclusivamente a la fotografía sin pensar en cómo será el mañana; ella en cambio, aunque también tiene aspiraciones artísticas, las esconde tras un proyecto de futuro de pareja y trabajo estables. El choque es inevitable, y todo estalla cuando ella lo acompaña a Groenlandia y se da cuenta que en la vida de Hugo solo hay espacio para la fotografía.
Tomas Kaan, el director de Groenlandia intenta unir documental con ficción a través de la película i la fotografía, creando así un producto experimental que mezcla escenas en blanco y negro (que en más de una ocasión hace que parezcan un anuncio de perfume caro para mujer), imágenes con fragmentos a color (rojo para ella, azul para él) y fragmentos de la vida en Groenlandia que no consiguen del todo el efecto documental pretendido. El trabajo de fotografía que hacen Ruben Impens y Jonathan Wannyn consigue un buen resultado en los paisajes groenlandeses y en los contrastes de luces y sombras de Amsterdam, pero el argumento poco original del film lo deslucen y convierten la película en un experimento más.