Territorios inexplorados en ‘Kong: La Isla Calavera’ de Jordan Vogt-Roberts

Una de las técnicas por las que están optando las grandes majors y productoras de cine en Hollywood es confiar en directores con cero experiencia en grandes superproducciones para dotar de nuevos aires y nuevos estilos a los clásicos films y remakes de historias contadas una y otra vez. Éste es el caso de Kong: La Isla Calavera, trabajo para el que se ha escogido a Jordan Vogt-Roberts, director americano con experiencia en dirigir series y conocido por la película The Kings of summer, una coming-of-age muy personal y con la que se ganó renombre internacional. Todos los prejuicios con los que podáis ir a verla al cine os sobrarán, porque seguro que os sorprende el enfoque y la acción con la que la han dotado.

‘Kong: La isla calavera’ – Imágenes cedidas por Warner Bros Pictures

La trama de esta nueva película sobre el gigante King Kong empieza cuando dos científicos americanos consiguen que se dedique una partida de dinero a su proyecto: investigar una isla que acaba de ser descubierta en el Pacífico. Inmersos de lleno en la Guerra fría, es una oportunidad de adelantarse al enemigo en una revelación única. Y junto a un equipo de soldados recién salidos de la guerra y un grupo de expertos en rastrear, fotografiar y analizar se adentrarán en la isla sin más conocimiento que una imagen satélite de tu topografía.

Con un estilo muy desenfadado y cercano, sin exagerar ni alargar escenas, la fotografía que encontramos en Kong: la isla calavera coloca al espectador junto a los actores y hace que sea uno más en la expedición. La cámara es un personaje más que se sube abordo y explora lo desconocido. Jugando con tonalidades muy contrastadas en algunos casos, nos presenta de inmediato a un gigante que defiende a los suyos, como un Dios gracias al cual se han mantenido alejados de la destrucción del hombre en una isla que se escapa del control del hombre y que respira vida propia. Por lo que respecta a los efectos digitales hay que felicitar la buena incrustación y unión entre realidad y ficción, sobre todo en las peleas y en los momentos donde convive realidad y digital, pero si hay momentos que falla la técnica y no aporta todo el realismo que debería (como es ver el pelo mojado del monstruo y que sea creíble).

Un elemento muy marcado en la película es el que transmite cada personaje con su forma y razón de ser, lo cual resulta casi aburrido y demasiado fácil para una peli de estas características. Por un lado tenemos a dos científicos sin más preocupación que adelantar a Rusia en la carrera científica, así que si hay que lanzar bombas a destajo para analizar el subsuelo, ¿quién lo impide? La reportera, en una época cuando las guerras empezaron a ser retransmitidas, cuando el horror y la brutalidad llegaba a las casas, demuestra fascinación y sentido común frente a sus compañeros de equipo. Personaje curioso que representa a todos los espectadores en la misma situación: sobrepasados por la belleza y la magnitud de lo que se encuentran al llegar. El sargento y los soldados son los más peculiares de la película porque ésta es su última misión antes de volver a casa y, aunque los soldados acaban perdiendo las ganas de seguir las órdenes, el sargento (Samuel L. Jackson) mantiene la ira y la fijación con esta última «misión». Lo que empieza unido por un propósito tan exótico y misterioso termina siendo motivo de unión emocional, dejando al descubierto los valores de cada uno. La película sirve en este caso a modo de viaje revelador para cada tipo de persona.

El cast que pone cara a todos estos personajes es un grupo de protagonistas en el que tenemos a: Tom Hiddleston como rastreador, independiente, nunca confiado y siempre alerta en un papel que parece muy cómodo y que le va como anillo al dedo. John Goodman resurge como científico obstinado por desvelar los misterios que se esconden bajo la tierra y con una interpretación natural. Las miradas de Samuel L. Jackson son de por si una actuación a parte en el rol que interpreta, y su presencia y forma de hablar hacen de su personaje uno de los mejores de la película. No puede faltar un punto cómico a la película y éste lo aporta John C. Reilly en un rol sorpresa que no esperábamos ver en una película así. Brie Larson aporta la naturalidad y simpatía como reportera anti-guerra en un personaje femenino que se queda fascinado por el simio y a su vez no es débil sino que está cargado de fuerza y resistencia porque ya no necesita a nadie que la defienda.

Para alguien que haya perdido la fe en disfrutar la revisión de un clásico sin que se parezca a una película de acción más, hay que afirmar que Vogt-Roberts ha acertado en el nuevo enfoque a la criatura, dotándola de sentimiento y casi hablando con sus miradas. Un Dios terrenal protector de los indefensos que reconoce en el ser humano la ternura y la violencia, que actúa con memoria y sin piedad. Para nosotros Kong: La isla calavera ha dado un giro positivo con una visión muy tierna de una criatura que ha sido maltratada cinematográficamente, con resultado de ser efectivo el cambio de ideas a la hora de apostar por un director (podemos decir que) más o menos novel en estos campos.

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